Desde hace unas semanas, cuando fui al workshoop de Aranda de Duero, me pica mucho la curiosidad de este Museo de los Aromas. Le pido a Elena Barbería que me acompañe y nos vamos rumbo a Santa Cruz de la Salceda, al sur de Burgos, a 15 km de Aranda. No sé si es por el deseo, pero se me hace eterno el viaje y nos pasamos varias veces. Al final llegamos y está cerrado, aunque habíamos quedado con Concha. Nadie nos daba razón, es un pueblo de 200 habitantes, pero nadie sabía nada. Cuando casi habíamos tirado la toalla, aparece Concha Vargas, la Directora del Museo de los Aromas, una indisposición la ha retrasado. Nos recibe contenta y muy acogedora. Nos va explicando el Museo, no es de los aromas del vino, sino de los aromas de la vida. Han recreado una vivienda, con estancias concretas, y como ellos mismos dicen “en cada una existen distintos aromas: aromas del recuerdo, aromas lácteos, aromas de vino, aromas que sanan, set del perfumista…” Una austeridad de imagen calculada, que te atrapa. Una serie de aceites esenciales que nos van descubriendo los aromas de la vida. Mucho juego, mucha sencillez, pero mucha ciencia. “Seas quien seas, vayas donde vayas, sigue tu olfato”. Lo único malo que tiene es que es bastante dificil encontrar el pueblo, pero una vez allí, vas de sorpresa en sorpresa y de placer en placer. Una maravilla. Lo recomiendo vivamente.

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