Nuevo Fitur. Es también un rito interesante para comenzar el año. Viaje a Madrid, a ver a amigos y posibles colaboradores. Eso hago. Andrés, Chelo, Silbia, Fernando, José Mari,… y muchos amigos navarros. Algunas gestiones interesantes y vuelta p’a casa. Pero si quiero reseñar una cena solitaria; es el Restaurante Sidrería Casa Diego, en la madrileña calle Hartzembusch (Juan Eugenio Hartzenbusch Martínez fue un escritor, dramaturgo, poeta, filólogo y crítico español, uno de los más destacados representantes del drama romántico en España. Es conocido principalmente por su pieza Los amantes de Teruel. 1806-1880). Me recuerda a aquellas cenas solitarias antiguas, pero sin periódico para apuntar en los márgenes y con Molesquine y pluma. En la mesa de al lado hay dos señoras y un señor, mayores que yo, que ya es decir, hablan y no paran, oigo Navarra, Argentina y no sé qué; gente de bien parece. Tenemos tres camareros y una cocinera para las dos mesas. Ceno caldo de Lacón, entrecot de ternera asturiana y sidra natural de Tineo. Se me vienen a la cabeza tantos recuerdos, la soledad a veces no es mala.

Hace frio en la noche madrileña, bastante frio, voy muy chulito con poca ropa y no está uno ya para estas cosas. Busco cena, algo sencillo, pero con sopa, y calentita. Todos los sitios que están llenos ofrecen «tablas» y tablas, que no que quiero sopa, no madera; encuentro un restaurante asturiano, pero con muy poca ente, bueno, conmigo cuatro; dos camareros y una cocinera para los cuatro, buen negocio; pido sidra natural, es de Tineo, caldo de lacón y entrecot de ternera asturiana; lo que quería. Me viene a la cabeza, las noches solitarias antaño de Madrid, Logroño o Barcelona, cuando iba a Congresos o Ferias solo y cenaba de restaurante en compañía de un periódico y en sus márgenes escribía una ficción inspirada en los comensales vecinos. Hoy no hay periódico, pero hay Moleskine y pluma estilográfica. En la mesa contigua un señor mucho mayor que yo (que ya es decir) está acompañado por dos señoras casi coetáneas suyas; no paran de hablar y de ponerse morados de viandas, Navarra y Argentina llegan a mis oídos, yo creo que acaban de venir a Madrid para convertir en dinero algunos inmuebles y se vuelven enseguida a su descanso dorado con más pasta; son gente de bien. Y todo en Hartzenbuch, Don Eugenio, el escritor de Los Amantes de Teruel. Una delicia.

Tuve también la ocasión de bajar al Inframundo ¿buscaba a Perséfone?. Ahí queda.

Diego2