He tenido un año duro, duro. Los médicos me advierten que no puedo seguir al mismo ritmo, que mi corazón no está para eso. Me despido de algunas cosas y, sobre todo, del año. Me doy de baja un par de semanas. Recojo un montón de cariños, y los guardo para disfrutarlos poco a poco. Un buen vino, reposado, me acompaña en este trance. Bicho malo nunca muere y si no ¡qué me quiten lo bailao!. Y comienza un año que todos auguran muy difícil, pero yo creo que va a ser muy propicio para los que no esperamos gran cosa.