Llevo varios años haciendo este ritual de bañarme el primer domingo del año, o el segundo, en la haladas aguas de Hendaia. Suelo decir que es para quitarme de las cosas malas del año anterior y prepararme ya limpio para afrontar el nuevo año con mejor ánimo. No soy supersticioso, pero es algo que llevo haciendo que desde 2004 o 2005, no me acuerdo muy bien, sirve para hacer unas buenas risas y me sienta muy bien. No siempre da buena suerte, en 2007 me abrieron la cabeza volviendo a casa un camión, pero quizás la suerte fue que no me quedé allí.
Este año he llevado a la chiquillería y he introducido una novedad, brindar con champagne por el nuevo año.
Brindis por el nuevo año en la playa de Hendaia
Ballenas, sábalos, txitxarros, verdeles,
anguilas, pargos y mojarras.
Hipocampos, Nagas, Krákenes, Leviatanes y Sirenas,
Aligotes, lubinas pintadas, corvinas y tripterigones,
crustáceos y cefalópodos.
Entrañas de Lamias y Górgonas,
sonrisas de Nereidas y aliento de Argonautas.
Poseidón, dios de los mares, y Zeus dios de los cielos,
Escuchad mi reclamo y prestar la máxima consideración a esta invocación y este brindis.
Los meteoros exigentes del invierno están amortiguando la luz,
y extenuando a nuestras gentes, dejando la suciedad y las miserias a fuera de nuestro corazón, un nuevo año irrumpe en nuestras vidas.
Acudimos a la fuerza de Diónisos, nos conjuramos y alzamos nuestras copas en un brindis apoteósico con el mejor champagne,
para que las fuerzas más nobles de la naturaleza y de la humanidad
se hagan presentes en este nuevo año y nos otorguen la mayor dicha.
Librarnos de todos los males, la ganancia es grande, y grande también el peligro, guardadnos principalmente la vida y la felicidad
Y, por si acaso, que nos quiten lo bailao. ¡Viva Hendaia!