Estoy bastante expectante, toda la energía positiva que he ido cargando estos días me va a permitir hacer algunos negocios y concretar proyectos de futuro ahora. Se celebra en Madrid la Feria Internacional de Turismo, FITUR, y es una ocasión inmejorable para entrevistas con mucha gente sin necesidad de ir a sus ciudades de origen. Los proyectos tiene que ir adelante, si o si. Me esperan en Madrid mis colegas JM’s, Andrés y mi amiga Bania de Cali. Llego en tren a media tarde –qué bien se va en el tren, ancho, libre, rápido, y al centro–, me presenrto en el hostal que me ha reservado JM detrás de la Gran Vía y parece la película Psicosis –¿qué me deparará el destino?–, una escalera de madera muy lustrada, de escalones muy grandes, muy gastados, pero que se puede uno ver la cara en ellos; mi pie no está muy bien y tengo que subir tres pisos sin ascensor por gentileza del propietario; muy buen recibimiento; deshago la maleta –más que nada por las arrugas–, pruebo la cama, llamo a mis colegas JM’s y nos vemos en Callao. Vamos a un acto que ha organizado el Gobierno Vasco en Cibeles, en el antiguo Palacio de Correos qiue ha sido rehbilitado y transformado en la sede central del Ayuntamiento de Madrid –¡qué recuerdos!– y quedamos un poco avergonzados, en el patio central una multitud de gente importante, famosa, trajes de fiesta lujosos, photocall a la entrada, discursos políticos sin parar, las copas de vino y los pinchos celosamente custodiados por camareros que tienen la orden de no servir nada hasta que acaben los discursos; en fin, nos despedimos de algunos amigos sufridores como nosotros y nos vamos a a cenar a otro lado. Por la zona de la Plaza de Santa Ana, detrás del Teatro Español, pescado frito y algunas cosas más de picar. Se juntan con nosotros Itziar, Bania y un artista colombiano. Buena charla, buenos gin-tonics, Itzi está desmelenada y … a la cama que mañana hay que trabajar.
Fitur es un gran zoco, multicolor, moderno, donde encontramos amigos y conocidos. Tenemos reuniones constantes que nos animan mucho, las promesas de proyectos concretos son constantes: Asturias, Galicia, Colombia, Sepharad, Enotur… Salimos contentos y muy cansados. Las siguientes noches son más suaves, y la subida y bajada de las escaleras de madera antigua y pulcra, como las de un cadalso de postín (estoy esperando que salga Normas Bates en cualquier rellano), marcan el final y el comienzo de los días. Madrid es bonito de visita. Una noche fuimos a Chueca, después de comer en una arrocería estupenda de la calle de la Reina, y mis socios que son un poco, como diría yo, homófobos para qué nos vamos a cortar, estaban con el tras tras todo el rato.
El reencuentro con Colombia, aunque sea indirecto y a través de las amistades, es siempre una delicia, esta vez ha sido con la fiel Bania, con la que una conversación vale oro.
Vuelta a Pamplona, hay que poner negro sobre blanco todo lo que hemos hablado. La semana que viene volvemos.