Se acaba 2009 y deseando estoy que venga el nuevo año. No tanto porque venga el nuevo, sino porque se acabe el viejo, que ha sido de lo peor. Me importa un ardite la crisis de las narices, yo no he contribuido a crearla, solamente la padezco. Los optimistas compulsivos, suelen decir que después de algo tan malo, solamente puede venir mejoría. Habrá que pensar así, sino… No sé. Ya dije en otro sitio que a mi estas fiestas no me molan nada, que me provocan una actitud depresiva. La primera mitad ya se han pasado, querida familia madrileña disculpad mis excesos, y la otra va de camino. Menos mal que puedo escribir, que puedo escribir sobre el vino que es lo más noble que hay. Voy a ser generoso, que dicen que los tiempos están para eso. Brindo por todos los lectores, y porque el vino siga siendo una fuente de salud y de placer. Hasta el año que viene.