Majestuosidad. El vuelo de las capas del color del vino, el contraste con el verde pirenaico de Ezkaroz, la seriedad de las txapelas, los sones de la gaita, la curiosidad de las gentes del Valle de Salazar. Me han hecho miembro de la Cofradía de Vino de Navarra y lo primero es que he pasado un día vibrante. He sido presentado con gran cariño por Camino Oslé (muchas gracias). He recordado a mi bisabuelo, de la vecina Izalzu, he renovado mi compromiso con el vino de Navarra y con la necesidad de difundir el alto nivel de calidad que se está alcanzando. Y, sobre todo, he sentido vivido una gran emoción. Ha venido conmigo Begoña, henos comido en Otxagabia, en la sidrería Kixkia del buen amigo Mikel Ceberio, y todo ha quedado formidable. Empiezo un buen y grande camino, con muy buenos caminantes.