Cristino Álvarez (Caius Apicius), Sonia Olano y José Antonio Cruz

Cristino Álvarez, Caius Apicius, hizo una reflexión sobre su amor trinitario: el vino, el Camino de Santiago y Navarra. Con ello abrió la presentación, en la Fundación Lázaro Galdeano de Madrid, de «Enoturismo en el Camino de Santiago, guía para el viajero. Primera edición: Navarra», que ha sido editado por la Ruta del Vino del Camino de Santiago. Fue un acto entrañable, una reunión, grande y muy querida, de amigos. Cristino ya mencionado, María Jesús Gil de Antuñano, Ana Capel, Ana Alonso de Letamendía,  Óscar Yañez, Ana Rojo… y una nutrida representación de navarros «ejercientes» en Madrid, todos ellos convocados y atraídos de manera magistral por Salvador Estébanez, Delegado del Gobierno de Navarra en Madrid, que se encargó de que la organización saliera perfecta. La verdad es que la cosa tuvo un punto de emoción cuando compruebas que lo que has trabajado le interesa a tanta gente. Para pasar mejor el rato llevamos Queso  Idiazabal (José Mari Ustarroz, eres un crac), Espárragos de Navarra (estupendos y gracias Ana Juanena) y longanizas de El Bordón (¡qué grande eres Luis Ángel!), todo ello regado con los Vinos del Camino de Santiago de nuestra Asociación. Después me hicieron varias entrevistas en radio y el equipo de Salvador distribuyó nuestros comunicado por numerosos medios digitales y convencionales que se aprestaron a hacerse eco de la noticia.

No hay precedentes de unir algo tan potente como el vino y el Camino de Santiago. Hay numerosas guías del Camino de Santiago y unas pocas sobre enoturismo en diferentes sitios, pero nosotros hemos elegido tomar el Camino como senda e ir descubriendo la gastronomía, los vinos y bodegas de la Ruta. En ocasiones es más Camino, en otras es más vino. Es inevitable, lo hemos hecho con toda intención. Hemos querido ofrecer una especie de cuaderno de viaje, porque estamos convencido que, como la Odisea, lo más importante es el propio viaje, la meta ya llegará (ultreia et suseia, más allá y más arriba, como decían los viajeros medievales).

Contamos algunas historias sobre el Camino de Santiago: las alusiones a la época medieval, a los puentes (¿sabéis porqué el Papa se atribuye el título de Sumo Pontífice?, pues leer esta guía), a la vinculación histórica de los territorios vinícolas franceses de primera división con Navarra, desde hace más de mil años (por eso, cuando nos hablan de “variedades de uva francesas” en Navarra, nos rebelamos un poco). Nos paseamos por el Camino y entramos a las bodegas para catar sus vinos de la mano de sus elaboradores, todo un lujo, y degustamos comidas tradicionales y actuales en los mejores restaurantes o sociedades del Camino. Todo un lujo, se lo aseguro. No hace falta que me imiten ustedes en todo, con que disfruten una pequeña parte del recorrido que les propongo, saldrán enormemente satisfechos.

En este trabajo ha habido gozo y dolor, como en cualquier proceso creativo, según dicen los que entienden de esto. Conforme iba descubriendo las páginas, los lugares, las leyendas, los paisajes,… era como si fuera degustando, poco a poco, una copa de un estupendo vino. Un gran placer. Y al mismo tiempo, me iba comprometiendo más y más con el propio trabajo y con los futuros lectores, y me asaltaban mil dudas que provocaban desasosiego y una cierta angustia. Aquí el llegar a la meta si ha sido muy importante. No me han otorgado ninguna compostela -todavía me falta mucho- pero no hacía falta, el final ha sido la mejor recompensa.

Ahora comienza otro paso, está a disposición de los lectores y, cuando lo hagan suyo, nos lloverán las justas críticas por las omisiones, los atrevimientos, las confusiones y los fallos. Así es el juego. Pero gozamos ya de una gran liberación.

¡Ya quisiera yo  que los lectores consideraran el contenido de esta guía algo interesante! Así que haced el favor de ser benevolentes.