Estoy comiendo en el Bruselas-Kairos (por qué “el” y no “la”, porque es mucho más que una cervecería, aunque también). Está a tope. He venido a concretar “negocios» con Fermín de Prados, pero en el fondo es un buen pretexto para comer sencillo y rico. Me pone un rosado 2010, Homenaje de Marco Real, que está este año fantástico con un color rosa frambuesa muy bonito, unos aromas a fresas lácteas, a cítricos y a claveles y un paso en boca refrescante, con una acidez muy elegante.

Fermín, al quite

Me sirven verduras a la plancha y jarrete de cordero en salsa, café y el consabido gin-tonic especialidad de la casa. Ya no hace falta pedir más, me lo ponen  todo al morro, en un pis-pas. Hay una complicidad estupenda. Las verduras (calabacín, espárragos verdes, tomate, pimiento rojo, berenjena y setas) están en su punto, aliñadas con aceite de oliva virgen extra; quizás yo hubiera sido un poco más atrevido y hubiera puesto también alcachofa y alubia verde. El jarrete está en su punto también, a la carne le cuesta un poco separarse del hueso, como a mi me gusta, la salsa , con champiñones y fondo de carne, muy fina. Tengo que hablar con Fermín de las patatas; de las que tomamos ayer en la Tertulia, las ecológicas de Manolo Andueza, que elevarían de categoría cualquier plato. Hoy en día el producto local, conocido y sabroso, es fundamental. A mi no me importan pagar un poco más por los bueno, uy debemos procurar que lo bueno sea un ingrediente habitual de nuestras comidas.