Llevo muchas semanas sin escribir entradas en el blog, me he dejado muchas cosas en el tintero, unas buenas o muy buenas y otras más bien malas. Estoy pasando un momento de cambio importante, el penúltimo, pero no consigo todavía consolidarlo y eso me crea mucha inquietud. No es impaciencia (el otro día aprendi la palabra “despacienciado”, muy atinada), es que llevo demasiado tiempo castigado por la crisis y un poco cansado de buscar fortuna. No es buena cosa dejar de escribir, hacerlo me permite testimoniar mi viaje por la vida, y hacer de este viaje una peripecia enriquecedora.
Así comencé el buen propósito de retomar el blog el pasado 14 de mayo, pero en eso se quedó.
El otro día en el tren, viniendo de Madrid, comencé de otra manera.
Llevo seis meses sin actualizar el blog. Es mucho tiempo, algo hay que hacer. La verdad es que me he dedicado este tiempo entre realizar actividades ruinosas y buscar desesperadamente trabajos interesantes, o trabajos solamente. Y se me pasa el arroz. Escribir para mi, como tantas cosas es una vocación tardía. La lectura, sin embargo, es de siempre, pero le he dado en los últimos años un carácter un tanto fetichista; para que veais, llevo siete años con una novela estupenda de Umberto Eco (la Misteriosa llama de la Reina Joana) que no quiero terminar para que no se acabe la magia.
No es bueno dejar de escribir, se le come a uno la vorágine del día a día y, enfrentarme al papel como yo con una pluma estilográfica, es una terapia extraordinaria para replegarse, verse uno mismo y volver a ser protagonista de la vida.
Yo ciempre escribo de cosas del momento, sin ánimo de crónica, un poco espontáneamente, y me gusta, no me da tiempo a buscarle la vuelta a las cosas y sus lados malos. Siempre tomo notas en mi libreta Moleskine, todos los días, pero luego me da mucha pereza escribir en serio.
Tengo una lista imponente de cosas de las que no he escrito crónica en estos meses y voy a resumir en pocas palabras.
Tertulias del Vino de Pamplona, Un nuevo comienzo en enero por petición del respetable, un buen reencuentro. Póker de Verduras de Invierno, Luis Salcedo y su familia del Remigio nos regalan sus mejores artes culinarias, cardo, puerro, borraja, coliflor y brócolí fueron los protagonistas. Visitamos Aceites Artajo, un placer. Los jueves Gourmet del Alhambra, una nueva iniciativa de los Hermanos Idoate para mostrarnos su buen hacer gastronómico; Chivite pone los vinos. Catas en la Feria Navartur, una buena experiencia, vinos navarros, vinos españoles y destilados de lujo, todavía la gente sabe apreciar lo bueno. Millesime!, en Pamplona, para presentar a Francis Paniego y su cocina, un club selecto y un “menage a trois” entre Francis Paniego, Javier Díez e Ignacio Echapresto para nosotros en el Alhambra. Fiesta en Cambados, albariño y vieiras, a un alcalde no se le puede decir que no, ni se te ocurra, y si te propone dar una conferencia sobre el enoturismo y el albariño, pues se da, y de paso se conoce a gente estupenda y se recogen datos para ofrecer esta exquisita tierra a todo el mundo. Alimentaria, para sembrar, con buenos plantones, dicen que este año ha ido mal, pero nuestro proyecto de la Tertulias del Vino por España se abrió camino en una decena de reuniones allí. Curso maridaje con Juancho Asenjo, siempre es una suerte disfrutar de la sabiduría de Juancho, y si cocina Álex Múgica, mejor que mejor. Enotur 2012, un noessi, algunos no se lo creían, pero pusimos en pie este Salón a puro esfuerzo y a pesar de las zancadillas que sufrimos desde dentro de la propia organización, al final la gente ha visto quién es quién y ha sido un buen comienzo. Cata de los Premios de la Cofradía del Vino de Navarra, pues un placer colaborar y catar de los mejores vinos de Navarra, que hay muchos, con colegas de mucho talento vitivinícola; tuve la cosa, un poco vanidosa, de que salieran elegidos todos los que yo había votado. Top Diageo de Whisky, Ron y Blancos, una forma estupenda de aprender sobre estos destilados con gente muy preparada; la comida maridada con whisky del Hotel Meliá de Bilbao, una genialidad que me abrió mi mente a muchas posibilidades de armonía comida/bebida. Capítulo de la Cofradía del Vino de Navarra en Artajona, algo que se repite pero que se reinventa cada año, esta vez tuve el honor de presentar a una nueva cofrade, Anabel Hernández, y el placer de hacerlo desde el púlpito de la Iglesia medieval de San Saturnino ¡qué cosa! estuve a punto de hacer el Sermón de las Siete Palabras; y luego comida en el Túbal con un abrazo emocionante con Nicolás. Preparativos de las Tertulias del Vino, Bilbao, Madrid y Barcelona son nuevos escenarios para nosotros y visita tras visita encontramos gente estupenda que puede ayudarnos a llevar adelante este proyecto; todas las sensaciones son buenas.