Otra vez, me da un poco de coraje (no demasiado, para qué nos vamos a engañar) no tener la disciplina suficiente para escribir todas las semanas en el blog. Debe ser cosa del destino. Eso es lo que hay, toca cuando toca. Además, tengo la manía de escribir con pluma primero, en mis cuadernos, preferiblemente Moleskine, y hago trabajo doble, pero me da mucho más placer.

Baño purificador en Hendaia, un intento remocear

(7 de enero)

Sigo alimentando lo que es ya una tradición lo que es ya una tradición de más de diez años en mis locuras: bañarme en la playa de Hendaia el primer domingo del año (siempre que no caiga en día 1), esta vez convertido en lunes que lo han hecho en fiesta para no perder la “Epifanía” que ha caído en domingo. Hoy no ha habido jóvenes en la aventura, pero ha sido igual de rica y placentera. Brindé con cava, Vilarnau Brut Nature, un brindis un poco onanista, pero hay que mantenerlo para enriquecer las locuras. El agua, helada como siempre y como debe ser. El año que viene, más.

A por las olas

A por las olas

Madrid Fusión, una espina sacada (21 de enero). Acudo a Madrid Fusión por segundo año, la crisis se nota en todo, pero esta feria-showcooking sobrevive. La han trasladado a Ifema y tiene poco espacio. Amistades, conocidos, voy promocionando las Tertulias del Vino, visitando stands de bodegas, de productores gastronómicos… y de paso catando vinos y viendo algunas puestas en escena muy interesantes. En la edición del año pasado me tomaron el pelo, mis antiguos socios y alguna supuesta amiga del otro lado del océano. Este año hemos progresado, mejores amigos.

Fitur es ya un ritual, pero yo doy la nota (30 de Enero). Visito Madrid, la Feria Internacional de Turismo, FITUR, y aprovecho para ajustar cuentas con algunos conocidos (me marcho de la Asociación de Enoturismo dando un portazo), y para saludar a buenos amigos de Asturias, Catalunya y Navarra. Y aprovecho para soñar con mis amigas colombianas, de Cali (¿iré este año a Cali? ¿qui lo sait?).